Una boda siempre está hecha con mimo, dedicación, con amor, sin duda con mucho amor. Así fue este día tan especial para ellos, un día repleto de detalles, sentimientos y emociones que me gustaría recordarles toda la vida.

Escogieron la parroquia del Sagrado Corazón, una iglesia que como alguna vez he dicho me encanta por la paz y la tranquilidad que da. Hace que toda sea mucho más bonito de lo que de por si es. Maribel llegó acompañada de su hermano, que para ella fue muy importante que le acompañase hasta el altar. Y allí estaba Alejandro, al lado de su madre esperando a una novia impresionante, sonriente y feliz. Hubo una mezcla de sentimientos, rieron, lloraron, se emocionaron al pensar de que por fin, lo que ya habían empezado iba a ser para siempre. Una ceremonia tan bonita como real. Una ceremonia que estoy seguro que nunca olvidarán.

Para poner la guinda a un precioso pastel nos fuimos a celebrarlo por todo lo alto. El cóctel estuvo impresionante con más detalles que llegaron a los presentes. No se olvidaron de nadie, quisieron recordar a cada persona que para ellos son especiales y lo consiguieron. La hora de acabar aquel día no llegaba, termino tarde, os lo aseguro. Disfrutaron hasta el último segundo de su boda al lado de todos sus amigos.

Fotógrafo bodas.